La sociedad española tiene una larga tradición familiar que había comenzado a desaparecer, pero que en la actualidad y desde hace unos años ha vuelto a aparecer, debido a causas laborales y económicas que provocan la permanencia de los hijos en el hogar paterno hasta edades muy avanzadas.
Tras los años de la recuperación económica posterior a la guerra civil, marcados por la tímida apertura del régimen político a partir de los años 60, hasta la llegada al trono del actual monarca constitucional, la vida cotidiana de una familia de clase media en las ciudades se movía entre las tradiciones heredadas de épocas anteriores y las nuevas tendencias que se imponían en el mundo occidental.
Por regla general y hasta la aparición de la televisión, la familia española solía reunirse en torno a la radio. Las ocasiones eran varias: la hora de la comida, cuando todo el mundo se mantenía atento al "parte" (noticiero), y la de la cena, también marcada por las noticias del día. Pero el momento favorito para oír la radio eran las horas de la tarde, cuando los niños habían vuelto ya del colegio y se disponían a merendar.
En aquellos años, las costumbres españolas respecto al horario de comidas imponían un desayuno que se fue haciendo cada vez más "esquemático", excepto domingos y días festivos. Este desayuno consistía por, lo general en una taza o tazón de café con leche o chocolate (cacao) y algún bollo, pan tostado con mantequilla o aceite de oliva o galletas. Luego, a media mañana en los centros de trabajo y colegios se hacía un almuerzo: la hora del bocadillo o del café. Este tentempié era en realidad un segundo desayuno. Entre la una de la tarde y las dos, la comida fuerte del día. Esta comida solía juntar a casi todos los miembros de la familia en torno a la mesa.
Volviendo a la tarde y con la merienda (pan con chocolate o bocadillo de embutido) también llegaba la hora de los cuentos en la radio, algunos de los cuales se hicieron tan famosos como el del "Gallo Kirico" y versiones más o menos simplificadas de la Bella Durmiente, Blancanieves, etc., que pequeños y grandes oían con atención.
Después, si no había sido antes, casi todas las emisoras de radio españolas emitían el capítulo correspondiente de la novela de turno, más o menos rosa, que tenía pendiente fundamentalmente a las amas de casa y abuelitas.
Ya por la tarde, hacia el crepúsculo, poco antes de cenar, la familia se volvía a pegar al receptor radiofónico para escuchar uno de los programas familiares que más éxito popular tuvo en aquellos años 50 y 60 en España. Nos referimos a las famosas aventuras de la "familia modelo": Matilde, Perico y Periquín, serial que siempre terminaba con don Perico, es decir, el papá de Periquín llamando con ironía, que escondía sus verdaderas intenciones, al niño: "Periquín guapo, ven aquí…! Porque toda la trama de este serial consistía en describirnos las travesuras que día a día cometía el pequeño Periquín.
Las emisiones de radio de aquella época se completaban con concursos generalmente dirigidos a la búsqueda de nuevos valores musicales –entendiéndose referidos casi estrictamente a la llamada música española-, aunque no faltaban los culturales. Otros programas de gran audiencia eran aquellos que reponían a trozos o enteras las grandes composiciones de Zarzuela. Pero el programa que más rivalizó con los más populares, sin ser un serial, fue el llamado: "Ustedes son Formidables" y que estaba dedicado a socorrer y ayudar a casos de extrema necesidad en aquellos tiempos aún de cierta penuria en algunos lugares de España o en ocasión de grandes catástrofes naturales, como fueron las inundaciones famosas en Cataluña y Valencia.
El día, radiofónicamente hablando terminaba para los más madrugadores entre las 9 y las 10 de la noche al son del himno nacional, preludio del noticiero diario nocturno, que se desarrollaba durante la cena. Después, a la cama.
Tecla - Edición de 23 de noviembre de 2001
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